Marruecos 2009, impresiones
Jet lag
Extraído de mi realidad cotidiana y trasplantado sin más al caos aparente de las calles de Marrakech, anduve algunas horas en una especie de jet lag cultural y territorial y no fui yo solo el aquejado!. Deduje bastante rápido que debía acomodar mis parámetros a la nueva situación. Uno viene de origen con unos niveles determinados, con unos umbrales de resistencia a la suciedad, a los olores, a la intensidad sensorial etc. que puestos en aquel maremágnum, se ven ampliamente traspasados. Al principio puede ser agobiante, pero en la medida que regulas tus sensores y tus válvulas, empiezas a divertirte con la novedad y la variedad.
Pies y manos
Y las manos y los pies sirven, vaya si sirven. Olvidé los oficios manuales y allá están aún muy presentes. La artesanía que pasa de padres a hijos, de maestros a aprendices, en condiciones pésimas quizá, pero ese aprendizaje vale una vida o, como mínimo aporta cierta garantía contra la zozobra en que se debaten aquellas existencias.
Sanidad
Mutilados, tullidos, ciegos, desdentados... por las calles toda una variedad de incompletas anatomías deambulan por la ciudad pidiendo, mendigando, ofreciendo... también eso te retrotrae a otro tiempo y habla bastante a las claras del nivel de protección y salud (nulo claro está) que el estado marroquí procura para los suyos (esto visto desde la óptica estrábica de un europeo, pero dicho también sin complejos ni culpas, faltaría más!!)
Poder
Uno lee antes de ir muchas informaciones sobre el país. Al marroquí no le gusta que uno de fuera critique su forma de gobernarse ni los mandatarios ni mucho menos la monarquía que hace años señorea aquellos paisajes. Es sabido que, en general cuesta aceptar los puntos de vista críticos de un extraño que, con seguridad, no posee todas las claves para entender aquello. Pero eso es, al mismo tiempo, la ventaja del extraño, que no está contaminado por la proximidad y su distancia aguza el objetivo. Allá la foto enorme del rey está por doquier y tamaña omnipresencia recuerda en exceso la propaganda de las dictaduras. Parece que el actual rey, a diferencia de su padre, tiene una visión más abierta y que, según reza su sobrenombre "el ausente", le ha cogido gusto a viajar por todo el mundo sin aparente misión oficial que lo justifique... en fin... qué sé yo, pero no deja de hacérseme extraño.
Turistas y viajeros
En general resulta un tanto molesta la manera como el local aborda al turista. También me recuerda inevitablemente a nuestro pasado, a cuando se percibía el turismo como una fuente segura, inacabable y fácilmente esquilmable de recursos. Es una mala política, sin duda azuzada por la necesidad, la de muñir al turista y la de engañarle a la más mínima. Primero por que el turista es turista, de acuerdo, pero no es estúpido (salvo excepciones!) y ya se cuenta que te van a tomar el pelo en cierto sentido, que no controlas las convenciones ni los rituales de allá (eres un analfabeto cultural) y que ese es un peaje asumible hasta cierto punto. Hay ocasiones en que te sientes directamente estafado a mala fe, con saña, con premeditación
Manjares
Encontré la comida bastante sana en general. No percibí excesos de grasas aunque sí una condimentación contundente. El caso de las especias en Marruecos es particular. Un paladar no adaptado puede encontrar un exceso de especia, una dominancia, una presencia que a veces llega a saturar, pero que en el contexto confiere a los alimentos una personalidad muy de allí, hasta el punto de que el consabido efecto evocativo del olfato, pórtico sensorial de imágenes y recuerdos, adquiere una especial persistencia.
Lujo de visir
En muchos aspectos Marruecos evoca el lujo asiático. El contraste entre la miseria y el lujo de lentejuela, el lujo abigarrado, barroco, persistente, de oropel, de latón, muy al estilo del jeque orondo, próximo a la estética excesiva de sultán de antaño, de sirviente del visir ataviado con gorrito de cono truncado con borla y fajín rojo. Del lujo casi de cartón piedra que Hollywood recreó primorosamente en las mil y una noches o en el ladrón de Bagdad.
Juventud
Muchos jóvenes de Marruecos sueñan con el paraíso europeo. De ahí las pateras repletas y los intentos constantes de llegar a la costa de Europa. La penetración de los medios occidentales es imparable, eso ya se sabe, en todo el mundo es así y aquello no es una excepción. Sorprende no obstante que esos mismos jóvenes escuchen mucha música estrictamente marroquí, de corte tradicional y alberguen a un tiempo una idealización (que no es otra cosa) de Europa como tierra de promisión. De conversaciones entrelazadas, de pequeños fragmentos y de entrelineas, se desprende una especie de seducción irresistible que lo occidental ejerce allá. Evidentemente es una distorsión, una idealización como decía que va más allá del aspecto material, de la abundancia y la variedad en que suponen nadamos... también se atisba una libertad de la que andan escasos. Una libertad en el orden de la creencia, de la opinión, de la sexualidad, de la política.
Mujeres
Tradicionalmente el papel de la mujer se ha desarrollado de puertas adentro. El espacio social, la calle, la plaza, el zoco sigue estando de manera mayoritaria en manos de los hombres. Se aprecian no obstante iniciativas que apuntan un cambio de tendencia, como las cooperativas de mujeres que trabajan el argán (una especie de fruto parecido a la aceituna del que se extrae aceite i cosméticos). Nos aseguran que las mujeres son mucho más fiables a la hora de gestionar los créditos y de administrar juiciosamente las pequeñas empresas y los negocios, y esto coincide con muchas informaciones que llegan de otros países. No cambia eso sí, la discreción y la casi invisibilidad con que las mujeres siguen actuando (excepto las tatuadoras de henna!!! qué suelen ser agobiantes) y el status lamentablemente supeditado al del hombre que siguen ocupando las mujeres en la sociedad marroquí.
Extraído de mi realidad cotidiana y trasplantado sin más al caos aparente de las calles de Marrakech, anduve algunas horas en una especie de jet lag cultural y territorial y no fui yo solo el aquejado!. Deduje bastante rápido que debía acomodar mis parámetros a la nueva situación. Uno viene de origen con unos niveles determinados, con unos umbrales de resistencia a la suciedad, a los olores, a la intensidad sensorial etc. que puestos en aquel maremágnum, se ven ampliamente traspasados. Al principio puede ser agobiante, pero en la medida que regulas tus sensores y tus válvulas, empiezas a divertirte con la novedad y la variedad.
Pies y manos
Y las manos y los pies sirven, vaya si sirven. Olvidé los oficios manuales y allá están aún muy presentes. La artesanía que pasa de padres a hijos, de maestros a aprendices, en condiciones pésimas quizá, pero ese aprendizaje vale una vida o, como mínimo aporta cierta garantía contra la zozobra en que se debaten aquellas existencias.
Sanidad
Mutilados, tullidos, ciegos, desdentados... por las calles toda una variedad de incompletas anatomías deambulan por la ciudad pidiendo, mendigando, ofreciendo... también eso te retrotrae a otro tiempo y habla bastante a las claras del nivel de protección y salud (nulo claro está) que el estado marroquí procura para los suyos (esto visto desde la óptica estrábica de un europeo, pero dicho también sin complejos ni culpas, faltaría más!!)
Poder
Uno lee antes de ir muchas informaciones sobre el país. Al marroquí no le gusta que uno de fuera critique su forma de gobernarse ni los mandatarios ni mucho menos la monarquía que hace años señorea aquellos paisajes. Es sabido que, en general cuesta aceptar los puntos de vista críticos de un extraño que, con seguridad, no posee todas las claves para entender aquello. Pero eso es, al mismo tiempo, la ventaja del extraño, que no está contaminado por la proximidad y su distancia aguza el objetivo. Allá la foto enorme del rey está por doquier y tamaña omnipresencia recuerda en exceso la propaganda de las dictaduras. Parece que el actual rey, a diferencia de su padre, tiene una visión más abierta y que, según reza su sobrenombre "el ausente", le ha cogido gusto a viajar por todo el mundo sin aparente misión oficial que lo justifique... en fin... qué sé yo, pero no deja de hacérseme extraño.
Turistas y viajeros
En general resulta un tanto molesta la manera como el local aborda al turista. También me recuerda inevitablemente a nuestro pasado, a cuando se percibía el turismo como una fuente segura, inacabable y fácilmente esquilmable de recursos. Es una mala política, sin duda azuzada por la necesidad, la de muñir al turista y la de engañarle a la más mínima. Primero por que el turista es turista, de acuerdo, pero no es estúpido (salvo excepciones!) y ya se cuenta que te van a tomar el pelo en cierto sentido, que no controlas las convenciones ni los rituales de allá (eres un analfabeto cultural) y que ese es un peaje asumible hasta cierto punto. Hay ocasiones en que te sientes directamente estafado a mala fe, con saña, con premeditación
Manjares
Encontré la comida bastante sana en general. No percibí excesos de grasas aunque sí una condimentación contundente. El caso de las especias en Marruecos es particular. Un paladar no adaptado puede encontrar un exceso de especia, una dominancia, una presencia que a veces llega a saturar, pero que en el contexto confiere a los alimentos una personalidad muy de allí, hasta el punto de que el consabido efecto evocativo del olfato, pórtico sensorial de imágenes y recuerdos, adquiere una especial persistencia.
Lujo de visir
En muchos aspectos Marruecos evoca el lujo asiático. El contraste entre la miseria y el lujo de lentejuela, el lujo abigarrado, barroco, persistente, de oropel, de latón, muy al estilo del jeque orondo, próximo a la estética excesiva de sultán de antaño, de sirviente del visir ataviado con gorrito de cono truncado con borla y fajín rojo. Del lujo casi de cartón piedra que Hollywood recreó primorosamente en las mil y una noches o en el ladrón de Bagdad.
Juventud
Muchos jóvenes de Marruecos sueñan con el paraíso europeo. De ahí las pateras repletas y los intentos constantes de llegar a la costa de Europa. La penetración de los medios occidentales es imparable, eso ya se sabe, en todo el mundo es así y aquello no es una excepción. Sorprende no obstante que esos mismos jóvenes escuchen mucha música estrictamente marroquí, de corte tradicional y alberguen a un tiempo una idealización (que no es otra cosa) de Europa como tierra de promisión. De conversaciones entrelazadas, de pequeños fragmentos y de entrelineas, se desprende una especie de seducción irresistible que lo occidental ejerce allá. Evidentemente es una distorsión, una idealización como decía que va más allá del aspecto material, de la abundancia y la variedad en que suponen nadamos... también se atisba una libertad de la que andan escasos. Una libertad en el orden de la creencia, de la opinión, de la sexualidad, de la política.
Mujeres
Tradicionalmente el papel de la mujer se ha desarrollado de puertas adentro. El espacio social, la calle, la plaza, el zoco sigue estando de manera mayoritaria en manos de los hombres. Se aprecian no obstante iniciativas que apuntan un cambio de tendencia, como las cooperativas de mujeres que trabajan el argán (una especie de fruto parecido a la aceituna del que se extrae aceite i cosméticos). Nos aseguran que las mujeres son mucho más fiables a la hora de gestionar los créditos y de administrar juiciosamente las pequeñas empresas y los negocios, y esto coincide con muchas informaciones que llegan de otros países. No cambia eso sí, la discreción y la casi invisibilidad con que las mujeres siguen actuando (excepto las tatuadoras de henna!!! qué suelen ser agobiantes) y el status lamentablemente supeditado al del hombre que siguen ocupando las mujeres en la sociedad marroquí.
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